Prologo: Ya está bien.
- No, ya estoy cansada de esto, no, no puedo seguir así.-digo, esta vez segura de mí misma, segura de lo que digo, dispuesta a afrontar las consecuencias.
- Pero mi amor, cariño, yo te quiero, sabes que solo fue un error. –se atreve a decir Juan.
- ¿Un error?, ¿y el de la semana pasada con esa tal Zara? –le echo en cara.
- Pero yo… había bebido, no, no sabía lo que hacía. –dice intentando excusarse.
- Igual que ayer, ¿no? –hago una pausa. –Además no entiendo a qué viene esto, tú ya lo sabías, sabías que me acabaría enterando, si no es por ti por Lara –mi mejor amiga –sabías que acabaría sabiéndolo, así que eres tú quién desde el primer momento inconscientemente la ha cagado desde el primer día.
- Otra vez con tus paranoias, que si el destino está escrito, que si todo sucede por una razón. –dice intentando imitarme.
- Déjame en paz, ya estoy harta de esto, eres un cabrón, ya se te acabó todo, y, ¿sabes qué? Ayer quise dejarlo yo, pero al final me supo mal y no me atreví, pero a la mierda, ¡Que te jodan! –sí, lo necesitaba, digo eso y cuelgo, me libero, empiezo a sentir esa sensación, esa sensación de cuando te quitas unos pantalones apretados después de un duro día. Y me siento en paz, tranquila.
Salgo del balcón, Lara está en el sofá, tumbada, serena, sabe lo que tiene que hacer, ya me conoce desde que éramos pequeñas… Me mira de arriba abajo, escrutando con su mirada hasta el último detalle, luego sigue mirando la televisión. No le digo nada, paso frete al televisor y sigo el pasillo que lleva a las habitaciones, primera puerta a la derecha, el baño, entro, no puedo evitar mírame en el espejo, mis ojos están rojos, mis mejillas también, me lavo la cara… Y vuelvo a mirarme, como si con el agua esperara que se llevara mi dolor. Pero no hay suerte, vuelvo a echarme agua, pero aún lo veo, le veo besándome el cuello por detrás frente a ese mismo espejo, le veo desnudándome, él está tras de mi desabrochándome los botones de la blusa uno a uno. Aparto la mirada, ya no puedo más, no más recuerdos, ya basta. Miro hacia la ducha y me quito rápidamente la ropa, aún huele a él, al beso que nos dimos al salir del ascensor esta mañana cuando me vino a buscar para llevarme al trabajo, al beso que me lanzó al vuelo al abrir la puerta del edificio.
Me toco la boca, la noto fría, toda yo está fría, como muerta. No puedo evitarlo, mis lágrimas caen, lágrimas que antes se escondieron al pasar frente al televisor, no puedo más necesito sacarlo todo, me quito las bragas, el sujetador hace unos minutos que ya lo desabroche y lo tiré hacia tras. Entro en la ducha y corro la mampara, así encerrándome en el plato de ducha, abro el grifo y gradúo el agua, la dejo caliente y me siento en el plato, me apoyo en la pared, está fría, pero me da igual, rápidamente me acostumbro y sigo allí, apoyada, mientras el agua cae caliente sobre mi piel… Miro hacia arriba y vuelve a estar allí, abriendo la mampara y pasándome el teléfono, me mira y sonríe, y antes de cogerle el teléfono de las manos me coge la cara y me besa, dulcemente, y me da el teléfono. Bajo la mirada, no, mierda, mierda, joder por qué, esa es la pregunta, ¿por qué? Y es que cuando el amor se acaba puedes encontrar muchas cosas pero nunca el por qué.
Cojo el champú, me pongo un poco en la mano y me enjabono el pelo, sin ganas, muerta, me enjabono el cuerpo, pero sigo sentada, no puedo ponerme en pie, no, no soy capaz, me tiemblan las piernas… Oigo la puerta del baño abrirse. Sé que no es él, será Lara.
- Hola. –oigo que dice al cerrar la puerta. –estoy aquí. –dice finalmente después de unos minutos, sé lo que quiere decir, aunque no diga nada lo sé, sé que quiere decir que puedo contar con ella, que está ahí.
- Hola… -consigo decir después de unos segundos. –lo sé, sé que estás aquí.
Pero yo no puedo más, noto como el jabón va cayendo por mis hombros, y como mis mejillas empiezan a arder… No puedo evitarlo, me duele, me duele llorar, me duele echarlo todo afuera, y grito, doy puñetazos a la fría pared.
- Tranquila. –oigo que me dice Lara, algo fría.
- No puedo Lara, me duele, me duele demasiado…
- Pues grita, grítale y sácalo todo, déjate llevar y saca toda la rabia. –dice emocionada, es mi mejor amiga y no sabe cómo ayudarme, yo siempre soy la que da los consejos, no las que los espera a escuchar. No sabe cómo actuar conmigo, me da lástima…
- Lara, déjame sola, por favor, necesito estar sola. –le consigo decir entre llantos.
Ella no resiste, escucho la puerta cerrarse. Sabe que no puede ayudarme. <
Me levanto y me echo ahora suavizante, frotándome duramente el pelo, pensando así que se borrarán todos los recuerdos. Me aclaro el suavizante y ya estoy lista para salir. Cojo una toalla grande y me la envuelvo en el cuerpo. Paso frente al espejo para coger el pomo de la puerta, no quiero mirarme, no estoy preparada, sigo abajo el pasillo, y está mi habitación, entro dentro y ahí está el ordenador, el ordenador que usaba para hablar con él cuando no nos veíamos. Hay un sobre en la pantalla parpadeante, un mensaje nuevo, me pica la curiosidad y lo abro. Título:’’ Lo siento’’, no me interesa, lo cierro, ya lo leeré.
Me siento en la cama, aún envuelta en la toalla. Me quedo allí inmóvil, sin saber que pensar.
Y noto como la toalla se va humedeciendo. Entra Lara, me mira, cierra el ordenador, simplemente lo suspende, se me queda mirando perpleja, y pasa tras de mi para bajar la persiana. Me abre el armario y me tiende una camisola muy larga y coge del primer cajón del armario ropa interior y me la da, se va.
Me lo pongo poco a poco, sin apenas darme cuenta. Justo acabo y vuelve a entrar.
- Ya está bien… Sabías lo que iba a pasar… Sabías que esto debía acabar. –dice.